Dentro de la línea que arrancó el año pasado el Festival Internacional de Cine de Huesca, que relacionada con el cine y la música, este año (el día 10 de junio, viernes, a las 00h.) el Festival ha organizado la velada ALGUEROFILIA, donde
La música de Augusto Algueró es uno de los hilos con los que durante décadas se armó el tejido simbólico de España. Sus sintonías, sus canciones para festivales, sus composiciones incidentales para películas brotaban cada vez que se enchufaba un transistor, se encendía un televisor, o se entraba en una sala de cine. Ayudaron a aupar a la categoría de iconos a figuras como Marisol, Nino Bravo o Concha Velasco. Algueró fue también uno de los compositores que más exitosamente consiguió filtrar las influencias extranjeras, amortiguando su “potencial desestabilizador” e imbricándolas con la tradición patria de las grandes orquestas con vocalista, generando así una forma de easy listening y de canción melódica genuinamente autóctona y de gran calado intergeneracional.
Paradójicamente, Augusto Algueró podría considerarse la Némesis para aquellos melenudos psicodélicos que protagonizaran “Un, Dos, Tres al Escondite Inglés” de Iván Zulueta -a quien el festival homenajeó el pasado año- al representar los valores estéticos de los que el underground hispano abominara. Hoy en día los Brincos son nuestros Beatles, Los Bravos nuestros Stones, Los Ángeles nuestros Byrds…la historia del pop español se ha reescrito, relegando aquellas inocuas “algueradas” a la condición de banda sonora de unos tiempos de ingenuidad y mediocridad cultural.
Este año el combo rebautizado Alguerofilia nos hemos impuesto un auténtico reto: daremos un lustre contemporáneo a la obra de Augusto Algueró. Será como remodelar la casa familiar, en vez de derribarla para erigir algún ridículo y aséptico chalet. Nos acompañarán las videoproyecciones de Héctor de la Puente y como colofón, Paco Clavel nos mostrará en su sesión como DJ el potentísimo arma de conciliación estética que es el kitsch.
Y si no, hagan la prueba: cántenle por sorpresa a cualquiera la conocida contraseña “no te quieres enterar….”. Desconfíen de quien, automáticamente, no les responda “ye-yé”."
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